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Arquitectos: ah asociados; ah asociados
- Área: 23178 m²
- Año: 2016
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Fotografías:Rubén P. Bescós
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Proveedores: Aislatec, Astrawall Ibérica, Industrias Cirauqui, Montejo, Second Office Spain
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La actuación se efectúa sobre un edificio proyectado por Víctor Eúsa en 1935 y finalizado en 1943. Originalmente, constaba de un eje principal sobre el que se desplegaba el programa en un peine alterno, con las unidades de hospitalización al sur, albergando entre ellas la entrada principal. Al norte, los volúmenes del bloque obstétrico y la capilla. Este eje finalizaba penetrando en el área de planta claustral de la residencia de hermanos. El hospital se encontraba fuera del núcleo de Pamplona, sobre un promontorio que domina la cuenca del Arga. En el interior del muro que delimitaba la parcela, predominaba el espacio ajardinado sobre unos mínimos accesos rodados.
Los años fueron desvirtuando el proyecto original, de manera que el programa hospitalario, muy ampliado, generó notables disfuncionalidades, la mayor incidencia del transporte rodado disminuyó notablemente la superficie ajardinada, con el consiguiente deterioro de la imagen y, finalmente, la expansión de la ciudad dejó al hospital en una zona residencial unifamiliar.
Ante estas circunstancias, la intervención apuesta por la definición del conjunto mediantela actualización de los valores originales. Primero, la asunción del modelo de la planta, basado en los ejes de circulación, permite una unificación en una misma volumetría del edificio nuevo y el rehabilitado. Esta disposición también permite desplazar los puntos de relación del edificio con su entorno urbano a los frentes de los peines, al igual que en la situación original. Finalmente, se consigue una buena inserción del edificio en la imagen urbana, ya que el volumen aparente es inferior al real, lo cual resultaba crítico dado el carácter residencial unifamiliar de la zona. Una vez liberado el frente de parcela de las áreas de aparcamiento, el hospital se manifiesta como un conjunto de pabellones rodeados de espacios ajardinados, naciendo del suelo los originales y flotando sobre el mismo los nuevos. Y, a lo largo de todo el frente, el edificio crea su propia calle peatonal entre jardines.
En cuanto a la imagen, el estudio de fotografías y alzados originales revela la voluntad de protagonismo del marcado horizontal y un elegante expresionismo en el tratamiento de los planos de ladrillo y marcado de huecos, perdido a lo largo del tiempo. Por un lado, se recupera la imagen primigenia, eliminando incluso el añadido de la cubierta de teja, respetando la relación entre planos de ladrillo y planos de mortero pintado. En cuanto a la nueva intervención, se diseñó un sistema de bandejas de aluminio de modulación combinable como forma de generar una vibración en la fachada, enfatizada además por la falta aparente de remates de la misma, mostrando la materialidad pura de estos elementos. Mediante esta forma de emplear las bandejas se consigue, por un lado, un delineado general de la horizontal equivalente al del edificio de Eúsa y, por otro, una fuerza expresiva que, paradójicamente va asociada a un cierto grado de fragilización que favorece que el gran volumen edificado no se imponga a su entorno.